5. Hacer colas en el banco y trámites de Cadivi.

¿Cómo no amar los bancos? Los cajeros siempre tienen una sonrisa encima y te reciben con calidez. La gente no te habla de política ni te comenta el hecho de que tienen abierta solo dos cajas de las 5 en total y por eso la cola avanza lento. La señora no se te acerca para contarte que la acaban de operar de una hernia discal y que a la ahijada la atracaron la semana pasada para quitarle el gel antibacterial. Todo eso, por supuesto, en una Venezuela perfecta. Y unidos a ellos tenemos a Cadivi, cuyas carpetas tienen que estar hechas a la perfección y hacer todo un trabajo de manualidades pa que quede bien bonita. Imprimir una hoja que diga “CÉDULA DE IDENTIDAD” y luego otra hoja mostrando dicha cédula ampliada para que se fijen bien lo feo que sales, y otra con “PASAPORTE”, ya que a ellos hay que “echarles una ayudaíta” porque se les tiene que recordar qué es una cédula y qué es un pasaporte, si le muestras la hoja sin los identificadores es mucho para ellos, entonces no te pueden procesar la solicitud. El día de la cita llegas con tu carpeta y resulta que te faltó la copia de algo, y eso no lo decía en la página de Cadivi, pero el banco es arrecho y te dicen otra cosa al llegar allá.

4. Ir al Sambil un día del niño o 14 de febrero o… cualquier domingo.

Si estás soltero lo mejor es que lo evites. Si no soportas a los coñitos, evítalo también. Si no quieres pasar una hora buscando una mesa en la feria de comida y estar pendiente de quién se va a levantar para pegar la carrera como Precious robándose el pollo de KFC o pegarte al lado de alguien mientras se termina de beber el refresco a ver cuándo coño es que decide pararse, tampoco vayas un domingo. Si no tienes plata para pagarte un spa y quieres un sauna público, entonces sí te recomendaría ir un domingo. Vas a sudar mucho.

3. Lidiar con empleados públicos.

Tan dulces ellos. Con su contagiosa cara de culo siempre dispuesta a amargarte el día, ya que no pueden ver a alguien amable porque todos tienen que ser iguales a ellos. Se caracterizan por moverse como un robot, no tener expresión facial alguna, hacer lo posible para que no hagas lo que fuiste a hacer, tratar de no hacer contacto visual, comer chicle con la boca abierta y tener una actitud de “qué ladilla con vos me quiero ir a la casa y no trabajar más nunca”. En caso de ser trabajador público y no encajar con el estereotipo antes mencionado, felicitaciones por ser parte de la minoría.

2. Hacer colas en general.

Para nadie es un secreto que aquí se hacen colas kilométricas en cualquier situación. Para pagar el ticket del estacionamiento, para orinar o echar la cagaíta en un baño público, para usar el cajero (ya que la gente le tiene miedo a estos aparatos entonces hacen todo lento y se equivocan muy seguido), para pedir un café, y así. ¿Cuál es la raíz del problema? Mejor que empiecen a hacer una tesis sobre eso.

1. La gente viva.

Todos quieren progreso en el país, y eso está claro. Pero creo que la gente es la que tiene que empezar a cambiar. En Maracaibo, por ejemplo, casi todos se la dan de vivos. Se tragan la roja, se ven involucrados en un choque y te arman un verguero y se arrechan aún cuando la culpa fue de ellos, les da ladilla hacer cola y te quitan el puesto como si nada, estacionan sus carros en los puestos para minusválidos. La gente civilizada está en peligro de extinción. Ah pero claro, cuando se van pa “los states” o pa “las europas” ahí si se portan bien, webones. ¿Por qué por lo menos no intentan aplicarlo aquí? Yo cuando fui a Londres me veía obligado a ponerme el cinturón hasta en un autobus. Cuando no lo hice me miraron feo. Al regresar a Venezuela ahora lo primero que hago es ponérmelo. Así que coño, por lo menos hagan el intento y quizá así podamos ser un país desarrollado algún día.

 

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